
La imagen de la polémica en el gol anulado de Eduardo Vargas
Estoy contenta porque ganó Chile, porque jugó bien, porque el triunfo 2-0 fue merecido y porque, al contrario de lo que pensé, los cameruneses no se dedicaron a pegar. Pero bajo esa alegría y tranquilidad, me siento confundida. Creo que vimos un partido histórico en el fútbol mundial. El protagonismo del VAR (Video Assistant Referee) fue absoluto y preocupante. El año pasado escribí sobre el uso de esta tecnología luego del primer partido oficial en el que se usó (un amistoso entre Francia e Italia) y me declaré a favor de su principio de justicia. He sufrido lo suficiente por injusticias arbitrales en mi vida como para mostrarme en contra, tan pronto como el sistema se ajuste al espíritu de corregir los errores y no al revés. Pero otra cosa es verlo en la práctica en partidos por los puntos y lo que pasó en el primer tiempo con el gol de Eduardo Vargas, me dejó helada.
Si el juez asistente no había levantado la bandera y las imágenes mostraron claramente que Vargas estaba en línea, ¿qué vieron los árbitros que manejan el VAR entonces? Intentando darle sentido, una de las piernas de Vargas estaba doblada y, al parecer, su rodilla estaba offside. Si eso es lo que vieron en el VAR entonces, aunque suene rebuscado, tenían razón. El reglamento es claro al respecto: basta que una de las partes del cuerpo que están habilitadas para jugar el balón (cabeza, piernas, pies) esté adelantada para cobrar la posición. Es lo único que puedo encontrar para calmar la angustia que a todos nos provocó lo que sentimos como un despojo inexplicable. ¿Es que el VAR no está justamente para evitar estas situaciones?
Muchos alegan contra el VAR porque dicen que los errores arbitrales son parte de la “esencia del fútbol”. No. La esencia del fútbol es la emoción y locura que nos desborda por triunfo o derrota. Y en este partido, el uso del VAR después de esa anulación, me hizo sentir inmediatamente que ya no podría volver a celebrar un gol como siempre. Nos pasó a todos. Incluso a Vargas cuando anotó por segunda vez y salió corriendo, pero luego se frenó y miró al árbitro con los pulgares hacia arriba, esperando aprobación para abrazarse con sus compañeros. Eso -y no las injusticias provocadas por la humanidad de los árbitros- es matar la esencia al fútbol.
Si el VAR sólo va a perpetuar la posibilidad del error humano en vez de evitarlo o corregirlo, entonces no tiene sentido. El Ojo de Halcón o la Tecnología en la Línea de Gol funcionan porque son sistemas de exactitud milimétrica que no dependen de un observador subjetivo.
La idea es buena, pero hay mucho que perfeccionar. Por ejemplo, se debería limitar el uso de las revisiones y que sea el equipo supuestamente afectado el que haga la petición, tal como en el tenis. Eso para empezar.
De todos modos, el VAR es un experimento de dos años, que terminará, según la IFAB, en 2018 o 2019 a más tardar, cuando decidan si se oficializa o no.
(Publicada hoy en Medios Regionales de El Mercurio)
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